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EL CAMINO DE MARÍA

Editores de

"El Camino de María"

Newsletter número 4

 

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Nuevamente llegamos a Usted con "El Camino de María", Newsletter Semanal con Textos para hacer oración con la Madre del Redentor, extraídos de la Catequesis del Santo Padre.

El próximo 8 de septiembre la Iglesia celebra la Fiesta Litúrgica de la Natividad de la Virgen María.. Por dicha razón hemos seleccionado de la extensa  Catequesis de Juan Pablo II, la que pronunció el 15 de mayo de 1996: "La santidad perfecta de la Virgen María"Transcribimos también para su deleite espiritual algunos párrafos de una Homilía pronunciada por San Juan Damasceno (675-749) un 8 de septiembre en la Basílica de Santa Ana.

En la sección dedicada a una Oración a María incluimos el Himno de Laudes y el Himno de Vísperas que se recitan el día de la Fiesta de la Natividad de María escrita por Lope de Vega.

En nuestra Sección La Madre del Redentor y la Oración, continuamos con nuestra tarea de  vincular cada uno de los puntos de la Encíclica "Redemptoris Mater" con las Catequesis correspondientes del Santo Padre. Haciendo doble-click en el link podrá ingresar al directorio del sitio de Maria Mediadora que contiene cada uno de temas.

Nos despedimos de Usted hasta la próxima semana, implorando la bendición y protección de María Mediadora de todas las Gracias.

Marisa y Eduardo Vinante - Editores de "El Camino de María".

 

NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA  

FIESTA DE LA NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA

8 de septiembre

MARIA, ALEGRÍA DEL MUNDO

La Iglesia celebra el nacimiento de María, a los nueve meses del 8 de diciembre en que fue concebida sin pecado original, de acuerdo con el dogma de la Inmaculada Concepción. En ninguna parte de la Escritura se habla del nacimiento de la Virgen María. Sólo se sabe que su padre fue Joaquín, de Nazaret, y su madre, Ana, de Belén. Los dos eran de la tribu de Judá y del linaje de David. Habían vivido veinte años casados sin tener hijos, al cabo de los cuales el arcángel San Gabriel les anunció la próxima venida al mundo de la que habría de ser Madre del Mesías.

La celebración de la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María, es conocida en Oriente desde el siglo VI. Fue fijada el 8 de septiembre, día con el que se abre el año litúrgico bizantino, el cual se cierra con la Dormición, en agosto. En Occidente fue introducida hacia el siglo VII y era celebrada con una procesión-letanía, que terminaba en la Basílica de Santa María la Mayor.

El Evangelio no nos da datos del nacimiento de María, pero hay varias tradiciones. Algunas, considerando a María descendiente de David, señalan su nacimiento en Belén. Otra corriente griega y armenia, señala Nazareth como cuna de María.
 

En éste día el cristiano celebra el «Cumpleaños» de su Madre celestial, uniéndose a todos los que, como él, tienen en común la misma Madre. Muchos utilizan este antiguo y bello himno para saludarla:

Hoy nace una clara estrella,
tan divina y celestial,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo sol nace de ella.

De Ana y de Joaquín, oriente
de aquella estrella divina,
sale luz clara y digna
de ser pura eternamente;
el alba más clara y bella
no le puede ser igual,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.

No le iguala lumbre alguna
de cuantas bordan el cielo,
porque es el humilde suelo
de sus pies la blanca luna:
nace en el suelo tan bella
y con luz tan celestial,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.

 CATEQUESIS DEL PAPA JUAN PABLO II

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LA SANTIDAD PERFECTA DE LA VIRGEN MARÍA

 Audiencia General del miércoles 15 de mayo de 1996

La santidad perfecta de la  Virgen María
 

La Iglesia siempre profundiza en el sentido de la plenitud de gracia de María

1. En María, llena de gracia, la Iglesia ha reconocido a la «toda santa, libre de toda mancha de pecado, (...) enriquecida desde el primer instante de su concepción con una resplandeciente santidad del todo singular» (Lumen gentium, 56).
Este reconocimiento requirió un largo itinerario de reflexión doctrinal, que llevó a la proclamación solemne del dogma de la Inmaculada Concepción.
El término «hecha llena de gracia» que el ángel aplica a María en la Anunciación se refiere al excepcional favor divino concedido a la joven de Nazaret con vistas a la maternidad anunciada, pero indica más directamente el efecto de la gracia divina en María, pues fue colmada, de forma íntima y estable, por la gracia divina y, por tanto, santificada. El calificativo «llena de gracia» tiene un significado densísimo, que el Espíritu Santo ha impulsado siempre a la Iglesia a profundizar.

Su más profunda dimensión conforme al querer de Dios

2. En la catequesis anterior puse de relieve que en el saludo del ángel la expresión llena de gracia equivale prácticamente a un nombre: es el nombre de María a los ojos de Dios. Según la costumbre semítica, el nombre expresa la realidad de las personas y de las cosas a que se refiere. Por consiguiente, el título llena de gracia manifiesta la dimensión más profunda de la personalidad de la joven de Nazaret: de tal manera estaba colmada de gracia y era objeto del favor divino, que podía ser definida por esta predilección especial.
El Concilio recuerda que a esa verdad aludían los Padres de la Iglesia cuando llamaban a María la toda santa, afirmando al mismo tiempo que era «una criatura nueva, creada y formada por el Espíritu Santo» (Lumen Gentium, 56).
La gracia, entendida en su sentido de gracia santificante que lleva a cabo la santidad personal, realizó en María la nueva creación, haciéndola plenamente conforme al proyecto de Dios.

Sin mancha alguna

3. Así, la reflexión doctrinal ha podido atribuir a María una perfección de santidad que, para ser completa, debía abarcar necesariamente el origen de su vida.
A esta pureza original parece que se refería un obispo de Palestina, que vivió entre los años 550 y 650, Theoteknos de Livias. Presentando a María como «santa y toda hermosa», «pura y sin mancha», alude a su nacimiento con estas palabras: «Nace como los querubines la que está formada por una arcilla pura e inmaculada» (Panegírico para la fiesta de la Asunción, 5-6).
Esta última expresión, recordando la creación del primer hombre, formado por una arcilla no manchada por el pecado, atribuye al nacimiento de María las mismas características: también el origen de la Virgen fue puro e inmaculado, es decir, sin ningún pecado. Además, la comparación con los querubines reafirma la excelencia de la santidad que caracterizó la vida de María ya desde el inicio de su existencia.
La afirmación de Theoteknos marca una etapa significativa de la reflexión teológica sobre el misterio de la Madre del Señor. Los Padres griegos y orientales habían admitido una purificación realizada por la gracia en María tanto antes de la Encarnación (san Gregorio Nacianceno, Oratio 38,16) como en el momento mismo de la Encarnación (san Efrén, Javeriano de Gabala y Santiago de Sarug). Theoteknos de Livias parece exigir para María una pureza absoluta ya desde el inicio de su vida. En efecto, la mujer que estaba destinada a convertirse en Madre del Salvador no podía menos de tener un origen perfectamente santo, sin mancha alguna.

María es el inicio de una nueva creación en el mundo

4. En el siglo VIII, Andrés de Creta es el primer teólogo que ve en el nacimiento de María una nueva creación. Argumenta así: «Hoy la humanidad, en todo el resplandor de su nobleza inmaculada, recibe su antigua belleza. Las vergüenzas del pecado habían oscurecido el esplendor y el atractivo de la naturaleza humana; pero cuando nace la Madre del Hermoso por excelencia, esta naturaleza recupera, en su persona, sus antiguos privilegios, y es formada según un modelo perfecto y realmente digno de Dios. (...) Hoy comienza la reforma de nuestra naturaleza, y el mundo envejecido, que sufre una transformación totalmente divina, recibe las primicias de la segunda creación» (Sermón I, sobre el nacimiento de María).
Más adelante, usando la imagen de la arcilla primitiva, afirma: «El cuerpo de la Virgen es una tierra que Dios ha trabajado, las primicias de la masa adamítica divinizada en Cristo, la imagen realmente semejante a la belleza primitiva, la arcilla modelada por las manos del Artista divino» (Sermón I, sobre la Dormición de María).

La Concepción pura e inmaculada de María aparece así como el inicio de la nueva creación.

5. Se trata de un privilegio personal concedido a la mujer elegida para ser la Madre de Cristo, que inaugura el tiempo de la gracia abundante, querido por Dios para la humanidad entera.
Esta doctrina, recogida en el mismo siglo VIII por san Germán de Constantinopla y por san Juan Damasceno, ilumina el valor de la santidad original de María, presentada como el inicio de la redención del mundo.
De este modo, la reflexión eclesial ha recibido y explicitado el sentido auténtico del título llena de gracia, que el ángel atribuye a la Virgen santa. María está llena de gracia santificante, y lo está desde el primer momento de su existencia. Esta gracia, según la carta a los Efesios (Ef 1, 6), es otorgada en Cristo a todos los creyentes. La santidad original de María constituye el modelo insuperable del don y de la difusión de la gracia de Cristo en el mundo.

Homilía de San Juan Damasceno (675-749)


"...¡Ea, pueblos todos, hombres de cualquier raza y lugar, de cualquier época y condición, celebremos con alegría la fiesta natalicia del gozo de todo el Universo. Tenemos razones muy válidas para honrar el nacimiento de la Madre de Dios, por medio de la cual todo el género humano ha sido restaurado y la tristeza de la primera madre, Eva, se ha transformado en gozo. Ésta escuchó la sentencia divina: parirás con dolor. A María, por el contrario, se le dijo: Alégrate, llena de gracia!..."

"...¡Oh feliz pareja, Joaquín y Ana, a ustedes está obligada toda la creación! Por medio de ustedes, en efecto, la creación ofreció al Creador el mejor de todos los dones, o sea, aquella augusta Madre, la única que fue digna del Creador. ¡Oh felices entrañas de Joaquín, de las que provino una descendencia absolutamente sin mancha! ¡Oh seno glorioso de Ana, en el que poco a poco fue creciendo y desarrollándose una niña completamente pura, y, después que estuvo formada, fue dada a luz! ..."

"...Hoy emprende su ruta la que es puerta divina de la virginidad. De Ella y por medio de Ella, Dios, que está por encima de todo cuanto existe, se hace presente en el mundo corporalmente. Sirviéndose de Ella, Dios descendió sin experimentar ninguna mutación, o mejor dicho, por su benévola condescendencia apareció en la Tierra y convivió con los hombres..."
 

Himnos de la Fiesta de la Natividad de María


 
Hoy nace una clara estrella, tan divina y celestial, que con ser estrella, es tal, que el mismo Sol nace de ella. De Ana y de Joaquín, oriente de aquella estrella divina, sale su luz clara y digna de ser pura eternamente: el alba más clara y bella no le puede ser igual, que, en con ser estrella, es tal, que el mismo Sol nace de ella. No le iguala lumbre alguna de cuantas bordan el cielo, porque es el humilde suelo de sus pies la blanca luna: nace en el suelo tan bella y con luz tan celestial, que, con ser estrella, es tal, que el mismo Sol nace de ella. (Himno de Laudes de la Fiesta)
 
Canten hoy, pues nacéis Vos, los ángeles, gran Señora, y ensáyense desde ahora, para cuando nazca Dios. Canten hoy, pues a ver vienen, nacida su Reina bella, que el fruto que esperan de ella es por quien la gracia tienen. Digan, Señora, de Vos, que habéis de ser su Señora, y ensáyense, desde ahora, para cuando nazca Dios". (Himno de Vísperas de la Fiesta)
La Madre del Redentor y la Oración

TEXTOS PARA HACER  LECTURA ESPIRITUAL Y ORACIÓN 

CON LA MADRE DEL REDENTOR

EXTRAÍDOS DE LA CARTA ENCÍCLICA "REDEMPTORIS MATER"

Y DE LA CATEQUESIS SEMANAL DEL SANTO PADRE

 
PRÓXIMOS TEMAS DE "EL CAMINO DE MARIA"

 

La presencia de María en la historia de la Iglesia
 
La fe de la Iglesia en María.
 
El papel de María en la Iglesia
 

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