Si no puede visualizar correctamente el e-mail, lo puede leer en:

 http://MariaMediadora.com/Oracion/Newsletter11.htm

 

EL CAMINO DE MARÍA

Editores de

"El Camino de María"

Newsletter número 11

 

"SER CONSTRUCTORES Y TESTIGOS DE PAZ"

Hola %FullName%, 

Cristo es nuestra paz. A El dirigimos nuestra mirada en este inicio del milenio ya tan probado por tensiones y conflictos en todas las regiones del mundo.  Que desde este célebre templo mariano, que el Beato Bartolo Longo quiso construir sobre las ruinas de la antigua Pompeya como signo de paz para los pueblos, la Virgen Santa se muestre a todos como Madre y Reina de la paz.


Con la imagen de la Nuestra Señora del Rosario (*) que se venera en Pompeya,  y la Oración por la Paz del Santo Padre en la  Visita Pastoral al Santuario de Pompeya,  presentamos la Edición N.11 de  "El Camino de María", Newsletter Semanal con Textos para hacer oración con la Madre del Redentor, extraídos de la Catequesis del Santo Padre. 

Es esta una Edición Especial dedicada a la Visita Pastoral de Juan Pablo II al Santuario de Pompeya. 

Juan Pablo II visitó hoy, Festividad de Nuestra Señora del Rosario, por segunda vez el santuario. La primera fue el 21 de octubre de 1979. El 26 de octubre de 1980 beatificó a su fundador, Bartolo Longo, que falleció el 5 de octubre de 1926. El beato Bartolo, terciario dominico, fundó la Congregación de las Religiosas Dominicas Hijas del Santo Rosario, además de hogares para los pobres, los huérfanos y los hijos de los presos.

Nos despedimos de Usted hasta la próxima semana, implorando la bendición y protección de Nuestra Señora del Rosario.

Marisa y Eduardo Vinante  Editores de "El Camino de María"

(*) La Iglesia celebra a la Virgen bajo esta advocación el 7 de octubre. Su fiesta fue instituida por San Pío V en agradecimiento a la Virgen por su ayuda en la victoria sobre los turcos en Lepanto. 

DISCURSO DEL SANTO PADRE  EN POMPEYA

"...La invitación a rezar el Rosario que se eleva desde Pompeya, encrucijada de personas de todas las culturas, atraídas tanto por el Santuario como por las ruinas arqueológicas, evoca también el compromiso de los cristianos en colaboración con todos los hombres de buena voluntad, de ser constructores y testigos de paz".

 

Queridos hermanos y hermanas:

1. La Virgen Santa me ha permitido volver a honrarla en este célebre santuario que la Providencia inspiró al Beato Bartolo Longo para que fuera centro de irradiación del Santo Rosario.

La visita de hoy constituye, en cierto sentido, la coronación del Año del Rosario. Doy gracias al Señor por los frutos de este Año, que ha producido un significativo despertar de esta oración, sencilla y profunda al mismo tiempo, que toca el corazón de la fe cristiana y resulta sumamente actual ante los desafíos del tercer milenio y del urgente compromiso por la nueva evangelización.

2. En Pompeya, esta actualidad queda subrayada de manera particular por el contexto de la antigua ciudad romana, sepultada bajos las cenizas del Vesuvio en el año 79 después de Cristo. Esas ruinas hablan. Plantean la pregunta decisiva de cuál es el destino del hombre. Son testimonio de una gran cultura, de la que revelan, junto a respuestas luminosas, interrogantes inquietantes. La ciudad mariana nace en el corazón de estos interrogantes, presentando a Cristo resucitado como respuesta, como «evangelio» que salva.

Hoy, como en los tiempos de la antigua Pompeya, es necesario anunciar a Cristo a una sociedad que se está alejando de los valores cristianos y pierde incluso su recuerdo. Doy las gracias a las autoridades italianas por haber contribuido a la organización de mi peregrinación, comenzada por la ciudad antigua. De este modo, he recorrido una especie de puente que establece un diálogo fecundo para el crecimiento cultural y espiritual. Con la antigua Pompeya como telón de fondo, la propuesta del Rosario adquiere el valor histórico de un nuevo empuje en el anuncio cristiano en nuestro tiempo.

¿Qué es de hecho el Rosario? Un compendio del Evangelio. Nos hace volver a las principales escenas de la vida de Cristo, como si nos permitiera «respirar» su misterio. El Rosario es camino privilegiado de contemplación. Es, por así decir, el camino de María. ¿Quién conoce y ama a Cristo mejor que ella?

De ello estaba convencido el beato Bartolo Longo, apóstol del Rosario, quien prestó una atención particular al carácter contemplativo y cristológico del Rosario. Gracias al Beato, Pompeya se ha convertido en un centro internacional de espiritualidad del Rosario.

3. He querido que mi peregrinación tuviera el sentido de una súplica por la paz. Hemos meditado los misterios de la luz, como queriendo proyectar la luz de Cristo sobre los conflictos, las tensiones, y los dramas de los cinco continentes. En la carta apostólica «Rosarium Virginis Mariae» he explicado que el Rosario es una oración orientada por su propia naturaleza a la paz. No sólo porque nos lleva a invocarla, apoyados en la intercesión de María, sino también porque nos hace asimilar, junto a el misterio de Jesús, su proyecto de paz.

Al mismo tiempo, con el ritmo tranquilo de la repetición del Avemaría, el Rosario inunda de paz nuestro espíritu y lo abre a la gracia que salva. El beato Bartolo Longo tuvo una intuición profética, cuando, quiso añadir al templo dedicado a la Virgen del Rosario esta fachada como monumento a la paz. La causa de la paz entraba de este modo en la propuesta misma del Rosario. Es una intuición de gran actualidad en este inicio de milenio, azotado por vientos de guerra y regado por la sangre de muchas regiones del mundo.

4. La invitación a rezar el Rosario que se eleva desde Pompeya, cruce de personas de toda cultura atraídas tanto por el santuario como por el yacimiento arqueológico, evoca también el compromiso de los cristianos, en colaboración con todos los hombres de buena voluntad, a ser constructores y testigos de paz. Que la sociedad civil, aquí representada por las autoridades y personalidades a las que saludo cordialmente, acoja cada vez más este mensaje. Que la comunidad eclesial de Pompeya, a la que saludo en sus diferentes componentes --sacerdotes, diáconos, personas consagradas, en particular las Hijas Dominicas del Santo Rosario, fundadas precisamente para la misión de este Santuario, los laicos-- esté cada vez más a la altura de este desafío. Doy las gracias a monseñor Domenico Sorrentino por las palabras que me ha dirigido al inicio de este encuentro. Con afecto os doy las gracias a todos vosotros, devotos de la Reina del Rosario de Pompeya. Sed «agentes de paz», siguiendo las huellas del beato Bartolo Longo, quien supo unir la oración a la acción, haciendo de esta ciudad mariana una ciudadela de la caridad. Que el incipiente Centro para el Niño y la Familia, que gentilmente se me ha dedicado, recoja la herencia de esta gran obra.

Queridos hermanos y hermanas. Que la Virgen del Santo Rosario nos bendiga, mientras nos disponemos a invocarla con la Súplica. En su corazón de Madre presentamos nuestras preocupaciones y buenos propósitos.

Discurso que pronunció  Juan Pablo II en el atrio de la Basílica de la Virgen del Santo Rosario de Pompeya.

 SÚPLICA A LA VIRGEN DE POMPEYA

SÚPLICA A LA VIRGEN DE POMPEYA

Oración compuesta por el Beato Bartolo Longo

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

I - ¡Oh augusta Reina de las Victorias, oh Virgen soberana del Paraíso!, cuyo nombre poderoso alegra los cielos y hace temblar de terror a los abismos. ¡Oh gloriosa Reina del Santísimo Rosario!, nosotros, los venturosos hijos vuestros, postrados a vuestras plantas -en este día sumamente solemne de la fiesta de vuestros triunfos sobre la tierra de los ídolos y de los demonios-, derramamos entre lágrimas los afectos de nuestro corazón, y con la confianza de hijos os manifestamos nuestras necesidades.

Desde ese trono de clemencia donde os sentáis como Reina, volved, ¡oh María!, vuestros ojos misericordiosos a nosotros; a nuestras familias, a nuestra nación, a la Iglesia Católica, al mundo todo, y apiadaos de las penas y amarguras que nos afligen. Mirad, ¡oh Madre!, cuántos peligros para el alma y cuerpo nos rodean; cuántas calamidades y aflicciones nos agobian. Detened el brazo de la justicia de vuestro Hijo ofendido, y con vuestra bondad subyugad el corazón de los pecadores, pues ellos son nuestros hermanos e hijos vuestros, que al dulce Jesús costaron sangre divina y a vuestro sensibilísimo Corazón indecibles dolores. Mostraos hoy para con todos Reina verdadera de paz y de perdón.

Dios te salve, Reina y Madre...

II - En verdad, en verdad, Señora, nosotros, aunque hijos vuestros, con las culpas cometidas hemos vuelto a crucificar en nuestro pecho a Jesús y traspasar vuestro tiernísimo Corazón. Si, lo confesamos, somos merecedores de los más grandes castigos; pero tened presente, oh Madre, que en la cumbre del Calvario recibisteis las últimas gotas de aquella sangre divina y el postrer testamento del Redentor moribundo; y que aquel testamento de un Dios, sellado con su propia sangre, os constituía en Madre nuestra, Madre de los pecadores. Vos, pues, como Madre nuestra, sois nuestra Abogada y nuestra Esperanza. Y por eso nosotros, llenos de confianza, entre gemidos, levantamos hacia Vos nuestras manos suplicantes y clamamos a grandes voces: ¡Misericordia, oh María, misericordia!

Tened, pues, piedad, ¡oh Madre bondadosa!, de nosotros, de nuestras familias, de nuestros parientes; de nuestros amigos, de nuestros difuntos, y, sobre todo, de nuestros enemigos y de tantos que se llaman cristianos y, sin embargo, desgarran el amable Corazón de vuestro Hijo. Piedad también, Señora, piedad, imploramos para las naciones extraviadas, para nuestra querida patria y para el mundo entero, a fin de que se convierta y vuelva arrepentido a vuestro maternal regazo. ¡Misericordia para todos, oh Madre de las misericordias!

Dios te salve, Reina y Madre...

III . ¿Qué os cuesta, oh María, escucharnos, qué os cuesta salvarnos? ¿Acaso vuestro Hijo divino no puso en vuestras manos los tesoros todos de sus gracias y misericordias? Vos estáis sentada a su lado con corona de Reina, rodeada de gloria inmortal sobre todos los coros de los Angeles. Vuestro dominio es inmenso en los cielos, y la tierra con todas las criaturas os está sometida. Vuestro poder, ¡oh María!, llega hasta los abismos, puesto que Vos, ciertamente, podéis librarnos de las asechanzas del enemigo infernal. Vos, pues, que sois todopoderosa por gracia, podéis salvarnos; y si Vos no queréis socorrernos por ser hijos ingratos e indignos de vuestra protección, decidnos, a lo menos, a quién debemos acudir para vernos libres de tantos males. ¡Ah!, no: vuestro Corazón de Madre no permitirá que se pierdan vuestros hijos. Ese divino Niño, que descansa sobre vuestras rodillas, y el místico Rosario que lleváis en la mano nos infunden la confianza de ser escuchados, y con tal confianza nos postramos a vuestros pies, nos arrojamos como hijos débiles en los brazos de la más tierna de las madres, y ahora mismo, sí, ahora mismo, esperamos recibir las gracias que pedimos.

Dios te salve, Reina y Madre...

PIDAMOS A MARIA SU SANTA BENDICIÓN

Otra gracia más os pedimos, ¡oh poderosa Reina!, que no podéis negarnos en este día de tanta solemnidad. Concedednos a todos, además de un amor constante hacia Vos, vuestra maternal bendición. No, no nos retiraremos de vuestras plantas hasta que nos hayáis bendecido. Bendecid, ¡oh María!, en este instante al Sumo Pontífice. A los antiguos laureles e Innumerables triunfos alcanzados con vuestro Rosario, y que os han merecido el título de Reina de las Victorias, agregad este otro: el triunfo de la Religión y la paz de la trabajada humanidad. Bendecid también a nuestro Prelado, a los Sacerdotes y a todos los que celan el honor de vuestro Santuario. Bendecid a los asociados al Rosario Perpetuo y a todos los que practican y promueven la devoción de vuestro Santo Rosario.

Oración especial del Santuario Mariano

 

 

Señor Jesús que dijiste a Pedro: “Apacienta a mis corderos, apacienta a mis ovejas”, y sobre la roca de su fe fundaste tu Iglesia, acoge nuestra oración por Juan Pablo II. 

Señor Jesús que dijiste a Pedro: “Apacienta a mis corderos, apacienta a mis ovejas”, y sobre la roca de su fe fundaste tu Iglesia, acoge nuestra oración por Juan Pablo II. 

Concédele santidad y salud, escucha sus intenciones por el bien de la Iglesia y del mundo. A nosotros, que lo esperamos con alegría en el santuario, danos sentimientos de obediencia y de comunión. Convierte a nuestra iglesia de Pompeya tal como la pensaste y quisiste a través del beato Bartolo Longo. Haz que seamos cada vez más contempladores de tu rostro en el Santo Rosario. 

Que la Madre tuya y nuestra nos tome de la mano y haga de esta su ciudad un lugar de oración, laboratorio de paz, casa acogedora para los niños, fuente de unidad para las familias, oasis de esperanza para los jóvenes, ambiente vital donde cada corazón pueda experimentar tu misericordia, oh Redentor del hombre, única esperanza y salvación nuestra. Amén.

Oración especial por el Sumo Pontífice  del Santuario Mariano de Pompeya, en ocasión de la visita pastoral del Santo Padre.

Santuario de Pompeya - 125 Aniversario
 

MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
CON MOTIVO DEL 125 ANIVERSARIO
DEL SANTUARIO DE LA VIRGEN DE POMPEYA

 
1. La Iglesia que está en Pompeya, durante el gran jubileo del año 2000 se alegrará por un ulterior don de gracia. En efecto, el próximo 13 de noviembre se conmemora el 125° aniversario de la llegada del cuadro de la Virgen del Rosario. Esta "visita" de María ha cambiado el rostro espiritual y civil de Pompeya, que desde 1875 se ha ido transformando cada vez más en ciudadela de oración, centro de irradiación del Evangelio, lugar de innumerables gracias y conversiones, foco de piedad mariana al que se mira desde todo el mundo.

Al unirme espiritualmente a la comunidad eclesial pompeyana en esta feliz circunstancia, deseo dar gracias al Señor por los dones con los cuales la ha enriquecido, implorando, por intercesión de la Virgen santísima, especiales favores celestiales sobre usted, venerado hermano, y sobre cuantos están encomendados a su cuidado pastoral.

2. El gran jubileo y vuestra especial conmemoración están relacionados y ofrecen particulares motivos de reflexión y acción de gracias. El Año santo centra la atención de los creyentes en el misterio de la encarnación del Verbo y los invita a contemplar a Cristo que, "a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos" (Flp 2, 5-7). Pompeya es la tierra del santo rosario, donde la oración del avemaría, que brota fervorosamente del corazón de los fieles, lleva a contemplar la disponibilidad interior con la que la Virgen santísima acogió, por la fe, el anuncio del nacimiento del Hijo de Dios en la carne humana.

De modo análogo, la invitación, que resuena en el acontecimiento jubilar, a escuchar con amor la palabra de Dios y a conformar la propia vida al Evangelio, encuentra un eco feliz en la práctica de los quince sábados, que Bartolo Longo difundió entre los fieles, con el fin de impulsarlos a la contemplación de Cristo. ¡Cómo no percibir también una sintonía elocuente entre el nacimiento humilde y pobre del Redentor en la cueva de Belén y el ambiente igualmente sencillo y modesto de Pompeya a donde llegó el cuadro de la Virgen!

También la "mística corona", que la Virgen ofrece a cuantos se dirigen a ella como "cadena dulce que une a Dios", es un instrumento valioso para comprender y vivir mejor las grandes dimensiones del jubileo. El rosario, que Bartolo Longo considera como un baluarte contra los enemigos del alma, une a los ángeles, y es "puerto seguro en el naufragio común" (Súplica a la Reina del santo rosario de Pompeya).

3. El jubileo, en su mensaje más profundo, es exhortación a la conversión y estímulo a una auténtica renovación personal y social. Al entrar en el nuevo milenio, la comunidad cristiana está invitada a ensanchar su mirada de fe hacia horizontes nuevos para el anuncio del reino de Dios. La certeza, que adquirió durante el concilio Vaticano II, con respecto a su misterio y a la tarea apostólica que le ha confiado su Señor, la compromete a vivir en el mundo sabiendo que debe ser "el fermento y el alma de la sociedad humana, que debe ser renovada en Cristo y transformada en familia de Dios" (Incarnationis mysterium, 2).

Los cristianos pueden encontrar en el rosario una ayuda eficaz en su empeño por realizar en su vida estos objetivos del jubileo. Los misterios gozosos, al invitar a acoger con el asombro de María, de José, de los pastores, de los magos y de todos los pobres de Israel el anuncio del nacimiento del Hijo de Dios en la carne humana, suscitan en ellos, como ya sucedió con el fundador del santuario de Pompeya y con muchos otros devotos de la Virgen del santo rosario, el deseo de llevar a los hombres de nuestro tiempo con renovado ardor el alegre anuncio del Salvador.

A través de la contemplación de los misterios dolorosos, el rosario despierta en los fieles el dolor por los pecados e, invitándolos a confiar en la ayuda de María, que ruega "por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte", favorece el deseo de acercarse al sacramento de la reconciliación para corregir las desviaciones de la propia vida. Por este camino, el beato Bartolo Longo encontró fuerza para rehacer su vida, y fue dócil a la acción del Espíritu Santo, el único que transforma a los pecadores en santos.

Los misterios gloriosos, mediante la contemplación de Cristo resucitado y elevado al cielo, introducen en el océano de la vida trinitaria, comunicada por el Espíritu Paráclito a todos los creyentes y, de modo especial, a María, nuestra Madre y hermana. Al contemplarla elevada al cielo y en la gloria de los santos, los cristianos se sienten animados a volver a considerar y desear las "cosas de arriba", y aspirando a la meta eterna toman conciencia de los medios necesarios para conseguirla, es decir, la fidelidad a los mandamientos divinos, la recepción de los sacramentos de la Iglesia y la humilde adhesión a la voluntad de Dios.

También el compromiso en favor de la unidad de los creyentes en Cristo y en favor de la concordia fraterna entre las naciones, que ha vuelto a proponer el gran jubileo, encuentra un motivo de especial sintonía con el aniversario que el santuario de Pompeya celebra este año. En el jubileo de 1900, al comienzo de este siglo XX, el beato Bartolo Longo quiso realizar como voto por la paz la fachada monumental del santuario, recogiendo ofrendas y donativos de los fieles de todo el mundo. La paz es también ahora, en el alba del tercer milenio, el deseo ardiente de la humanidad, y es preciso implorarla con confianza en todos los rincones de la tierra.

4. Venerado hermano en el episcopado, le expreso mis mejores deseos de que, siguiendo el ejemplo del beato Bartolo Longo, esa comunidad diocesana perciba en dichos acontecimientos de gracia un apremiante estímulo a anunciar con renovado fervor a Jesucristo, Redentor del hombre.
Al respecto, es muy oportuno el plan pastoral elaborado para este Año jubilar. Se inspira en la trilogía "humildad, sencillez y pobreza", trilogía que caracterizó la vida terrena de Jesús, el estilo de María y también el programa ascético del beato Bartolo Longo. ¡Cómo no recordar que, guiado por el Espíritu, de la nada y con medios pobres y humildes erigió en Pompeya un santuario que hoy tiene una irradiación mundial! Los escritos del beato, que ya entonces llegaban a personas de diversas lenguas y naciones, siguen prestando una gran ayuda para la reflexión y la vida espiritual.

Acoged y volved a proponer a la sociedad actual esta valiosa herencia, que para vosotros constituye un singular título de honor, para que en el templo de Pompeya, donde la Madre sigue mostrando a su Hijo divino como único Salvador del mundo, muchos hombres y mujeres que buscan la paz experimenten con gozo la "visita" de Cristo, como Isabel y Juan Bautista con ocasión de su encuentro con la Virgen (cf. Lc 1, 39-56).

Con estos deseos, por intercesión del beato Bartolo Longo, invoco sobre usted, venerado hermano, sobre los sacerdotes, sobre los religiosos y las religiosas, sobre la entera comunidad diocesana, sobre los peregrinos y los devotos, la protección materna de la Reina del santo rosario, e imparto de buen grado a todos una especial bendición apostólica.

Vaticano, 8 de diciembre de 1999, solemnidad de la Inmaculada Concepción de la santísima Virgen María.

Santuario de Pompeya - Historia

 

 

La antigua y floreciente ciudad de Pompeya fue destruida por la lava y la lluvia de cenizas el 24 de agosto del año 79 D.C., durante la erupción del Vesubio. La "Nueva Pompeya" se erigió 1.796 años después, respondiendo a la promesa efectuada en 1872 por el abogado laico Bartolo Longo, de construir una iglesia dedicada a Nuestra Señora del Rosario.

La creación del complejo monumental que comprende la basílica, oficinas administrativas y de obras de caridad, llevó más tarde a la edificación de una ciudad, la Nueva Pompeya, a corta distancia de la antigua ciudad.

Bartolo Longo nació en 1841, cerca de Brindisi, en la costa adriática italiana. Era un hombre cordial, afable e inteligente, muy devoto. Tras una crisis de fe en sus años universitarios, volvió a la Iglesia y se dedicó a las obras de caridad y a los estudios religiosos.

Cuando llegó a Pompeya en 1872 para administrar la propiedad de una rica viuda, la condesa Marianna De Fusco, se quedó impresionado por la pobreza humana y religiosa de los campesinos de la zona. Les enseñó el catecismo y difundió el rezo del Rosario, organizando además reuniones anuales de catequesis y oración del rosario, pero sentía que las personas necesitaban un verdadero y propio templo y, en especial, una imagen de Nuestra Señora el Rosario como foco. En 1875 Bartolo, buscando en las tiendas de Nápoles, encontró y restauró un cuadro que llevó a Pompeya el 13 de noviembre justo a tiempo para la clausura de las reuniones de ese año.

El cuadro que todavía preside el altar mayor de la basílica representa a Nuestra Señora con el Niño Jesús en sus rodillas, mientras entregan sendos rosarios a Santo Domingo y a Santa Catalina de Siena.

La basílica santuario de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya, de estilo neoclásico, de mármol y con numerosos frescos, fue dedicada en 1891, 16 años después de que Bartolo Longo empezase a recoger dinero entre los campesinos para construir un templo dedicado a María.

El santuario ha sido visitado desde su fundación por millones de peregrinos y miles de curaciones y milagros han sido atribuidos a Nuestra Señora del Rosario. Cada 8 de mayo y el primer domingo de octubre, miles de fieles se reúnen allí para la Fiesta de la Súplica, para pedir favores y dar gracias a la Virgen
25 ANIVERSARIO DEL PONTIFICADO 

       Del 15 al 19 de octubre, la Santa Sede celebrará el 25to. Aniversario del Pontificado de Juan Pablo II, con un programa que incluye una reunión de cardenales y obispos de todo el mundo, una Misa, un concierto y la beatificación de la Madre Teresa de Calcuta, entrañable amiga del Santo Padre.

Según el programa anunciado por la Santa Sede, el 15 de octubre comenzará la cita de cuatro días de duración de los 164 miembros del Colegio Cardenalicio.

Al día siguiente, en la mañana del 16 de octubre, aniversario 25 de su elección, el Pontífice firmará la exhortación apostólica postsinodal de 2001 dedicada al ministerio episcopal.

Ese mismo día, a las 18 horas, se celebrará una Misa en la Plaza de San Pedro para conmemorar el acontecimiento.

El viernes 17 de octubre, a las 18 horas en el Aula Pablo VI, el coro y la orquesta de Leipzig dedicará al Papa un concierto que comprende la ejecución de la Novena Sinfonía de Beethoven y del "Ecce Sacerdos Magnus" de Bruckner.

El Santo Padre intervendrá en la última sesión del Colegio Cardenalicio el sábado, 18 de octubre. Su discurso seguirá a la presentación de un mensaje que todos los cardenales le dirigirán.

A las 13 horas, almorzará con los cardenales, responsables de los dicasterios  presidentes de las conferencias episcopales y patriarcas. A las 17:30 horas se celebrará una vigilia misionera en el Aula Pablo VI.

El domingo 19 de octubre, Jornada Misionera Mundial, el Papa presidirá a las 10 de la mañana, en la Plaza de San Pedro, la misa durante la que beatificará a Madre Teresa de Calcuta.

El Camino de María 
 

INVITE A SUS AMIGOS Y CONOCIDOS A SUSCRIBIRSE  GRATUITAMENTE A NUESTRA NEWSLETTER SEMANAL

EL CAMINO DE MARÍA

Meditaciones Marianas extraídas del Magisterio de la Iglesia en general y del Santo Padre Juan Pablo II en particular.

http://www.MariaMediadora.com/formulario.htm

© 2003 MariaMediadora™ - All Rights Reserved

webmaster@SantoRosario.info - webmaster@MariaMediadora.com

 

La Newsletter
"El Camino de María"
es procesada por el
Autoresponder Inteligente OptinMaster