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EL CAMINO DE MARÍA

Editores de

"El Camino de María"

Newsletter número 12

 

Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido un amparo celestial a cuantos la invocan con la secular advocación de Nuestra Señora del Pilar; concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor.

12 DE OCTUBRE: NUESTRA SEÑORA DEL PILAR

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Con la imagen de la Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, Patrona de España y de la Hispanidad (*),  presentamos la Edición N.12 de  "El Camino de María", Newsletter Semanal con Textos para hacer oración con la Madre del Redentor, extraídos de la Catequesis del Santo Padre. 

Todas las ediciones del mes de octubre de El Camino de María  están dedicadas a contemplar distintos aspectos del Santo Rosario. En la edición de esta semana:

1- Contemplar a Cristo con María ((Rosarium Virginis Mariae, puntos 9,10,11,12).

2- Misterios de Luz (Rosarium Virginis Mariae, punto 21).

El 4 y 5 de octubre se realizó la 29ª Peregrinación Juvenil a Luján. Dada la importancia de esta manifestación multitudinaria de fe a  la Virgen de Luján, Patrona de la Argentina, hemos incorporado en esta edición la Oración a la Virgen que Juan Pablo II pronunció en su visita al Santuario el 11 de junio de 1982. Asimismo,  transcribimos la homilía pronunciada al por el Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina, Cardenal Jorge Bergoglio, en la Santa Misa que celebró en el amanecer del 5 de octubre.

Continuamos publicando  resúmenes de las setenta  Audiencias dedicadas a la "Catequesis Mariana", en el orden en que fueron realizadas por Juan Pablo II, entre el 13 de septiembre de 1995 ("Presencia de María en el origen de la Iglesia")  y el 12 de noviembre de 1997 ("Madre de la unidad y de la esperanza"). Hoy "La Virgen María en las Sagradas Escrituras y en la reflexión teológica"

El cuarto punto de la Carta Encíclica "Redemptoris Mater" que estamos publicando desarrolla el tema: "María en la historia de Cristo y de la Iglesia".

Nos despedimos de Usted hasta la próxima semana, implorando la bendición y protección de la  María, Mediadora de todas las Gracias.

Marisa y Eduardo Vinante  Editores de "El Camino de María"

Virgen Santa, Madre mía.
Luz hermosa, claro día.
Que la tierra aragonesa
Te dignaste visitar,
Este pueblo que te adora,
De tu amor favor implora,
Y te aclama y te bendice
Abrazada a tu Pilar.
Pilar sagrado
Faro esplendente,
Rico presente
De caridad,
Pilar bendito
Trono de gloria.
Tú a la victoria
Nos llevarás.
Cantad, cantad
Himnos de honor y alabanza
A la Virgen del Pilar.

(*) La Iglesia celebra a la Virgen bajo esta advocación el 12 de octubre. Su fiesta fue instituida por el Papa Clemente XII . Según la tradición, el apóstol Santiago, luego de la Ascensión del Señor, se fue a predicar a España. Encontrándose una noche junto al Ebro, oyó un coro de ángeles que cantaba: "Ave María, llena de gracias", y vio aparecer a la Santísima Virgen -que aún vivía en la ciudad de Efeso-, de pie sobre un pilar de mármol. Después de animarlo a proseguir la evangelización de España, se retiró la Virgen y quedó el pilar. Los fieles discípulos de Santiago hicieron allí una capilla bajo el título de Santa María del Pilar, que con el tiempo se convertiría en la actual Basílica del Pilar de Zaragoza.

ORACIÓN A LA VIRGEN DE  LUJÁN - JUAN PABLO II  

 

Ante esta Bendita Imagen de María, a la que mostraron su devoción mis predecesores Urbano VIII, Clemente XI, León XIII, Pío XI, Pío XII, viene también a postrarse, en comunión de amor filial con vosotros, el Sucesor de Pedro en la Cátedra de Roma .
 
En la encrucijada del Tercer Milenio te encomiendo, Madre Santa de Luján, la patria argentina: las esperanzas y anhelos de sus gentes; sus familias y hogares, para que vivan en santidad; sus niños y jóvenes, para que crezcan en paz y armonía y puedan encontrar su vocación humana y cristiana; te encomiendo también el esfuerzo cotidiano y el diálogo solidario de los empresarios, trabajadores y políticos, que en la Doctrina Social de la Iglesia encuentran su inspiración más genuina.
 
Ante la hermosa Basílica de la Pura y Limpia Concepción de Luján, nos congregamos para orar junto al altar del Señor. A la Madre de Cristo y de cada uno de nosotros, Ella que, desde los años de 1630, acompaña aquí a cuantos de le acercan para implorar su protección, queremos suplicar hoy aliento, esperanza, fraternidad. En este instante el Obispo de Roma quiere estar entre vosotros como peregrino, a los pies de la Madre de Dios en Luján, Santuario de la Nación Argentina. Desde este lugar en que mi predecesor Pío XII creyó llegar "...al fondo del alma del gran pueblo argentino..."  seguid trabajando en la fe y en el amor al hombre. Madre, escucha a tus hijos e hijas de la Nación Argentina, que acogen, como dirigidas a ellos, las palabras pronunciadas desde la cruz: He ahí a tu Hijo! He ahí a tu Madre!"
 
Y al Santuario de Luján hemos venido hoy en el espíritu de esa entrega, para pronunciar este acto de ofrecimiento a Tí de todos y de cada uno.
 
(Juan Pablo II, 11 de junio de 1982).
 
29ª PEREGRINACIÓN JUVENIL A LUJÁN

A todos los jóvenes y las jóvenes del mundo envío mi saludo entrañable y cordial. En particular a los jóvenes argentinos. He seguido con gran interés vuestras peregrinaciones anuales al Santuario de Nuestra Señora de Luján .  (Mensaje de Juan Pablo II - II Jornada Mundial de la Juventud - Buenos Aires - 1987)

 

  

29ª PEREGRINACIÓN JUVENIL A LUJÁN


Homilía del Cardenal
Jorge Mario Bergoglio S.J.,
arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina
5 de octubre de 2003


1. En el Evangelio la Virgen estaba junto a la cruz de Jesús, permanecía allí calladita, acompañando en silencio los dolores de su Hijo que sufría. Acompañaba el momento más frágil de la vida, el de la entrega, en el que Jesús estaba solo.
Permanecía allí mirando la vida de su Hijo, que siempre atendió a sus hermanos, y que en ese momento al confiárselos a Ella, no quería que ninguno quedara sin sus cuidados, en especial en ese momento final.


2. Al venir caminando a Luján experimentamos la propia fragilidad, nos cansamos y también cargamos con el cansancio de los que están cerca.

No estuvimos ni estamos solos, hemos compartido la vida para ofrecerla aquí, a Nuestra madre y con la alegría que brota del cansancio, esa alegría tan legítima.


3. Ya van 29 años que hacemos esta peregrinación, de tantos lugares, de tantos barrios, de tantas provincias. Seguramente hay muchos entre ustedes que vienen por primera vez, otros muchas veces más y todos seguimos aprendiendo  a tener este hábito sano de permanecer en este camino que nos enseña a estar cerca y tener los cuidados que la vida nos pide.


4. “Madre, gracias por quedarte con nosotros, queremos cuidarnos como hermanos”. Es la oración que trajimos, el pedido que fuimos repitiendo y que le presentamos a la Virgen aquí en su casa. Nos sentimos seguros porque Ella está con nosotros y le decimos que queremos cuidarnos como hermanos.


5. Pero también hace falta pedir que nos ayude a poder permanecer al lado del que más lo necesita.

Al mirar otra vez a Nuestra Madre con los ojos de la fe, cómo en su silencio, cargaba los dolores de su Hijo sufriente, me brota del corazón hacer el pedido de no pasar de largo ante tantos hermanos que sufren hoy en nuestra Patria, que carguemos con sus vidas. Que nos ayude a estar en silencio, cerca.

Que nos dé fuerza, la suya y la de su Hijo, de estar ahí, junto al más solo y al marginado. Le pedimos que no caminemos rápido, que tengamos el andar que aprendimos en la peregrinación, el de ir acompañados y así reconocer mejor y poder detenernos junto al que sufre.


6. Le vamos a agradecer a la Virgen que se haya quedado aquí en Luján, para recibirnos y para acompañarnos. Le agradecemos también que el Negro Manuel la haya cuidado.
Le agradecemos estar hoy aquí, juntos, por eso miremos la Basílica, su casa, la casa de todos y allí su Imagen.

Y juntos le decimos:   Madre, gracias por quedarte con nosotros!

Madre, ¡no nos sueltes de tu mano!

Madre, ¡queremos un pueblo de pié!

Madre, ¡queremos cuidarnos como hermanos!

 CATEQUESIS DEL PAPA JUAN PABLO II

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CONTEMPLAR A CRISTO CON MARÍA

Un rostro brillante como el sol

María modelo de contemplación

Los recuerdos de María

El Rosario, oración contemplativa

ROSARIUM VIRGINIS MARIAE, puntos 9,10,11,12 

MISTERIOS DE LUZ

  ROSARIUM VIRGINIS MARIAE, punto 21 

LA VIRGEN MARIA EN LA SAGRADA ESCRITURA Y EN LA REFLEXIÓN TEOLÓGICA

Resumen  de  la cuarta de las Audiencias dedicadas a la "Catequesis Mariana". 8 de noviembre de 1995.

CONTEMPLAR A CRISTO CON MARÍA
 
Un rostro brillante como el sol

«Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol» (Mt 17, 2). La escena evangélica de la transfiguración de Cristo, en la que los tres apóstoles Pedro, Santiago y Juan aparecen como extasiados por la belleza del Redentor, puede ser considerada como icono de la contemplación cristiana. Fijar los ojos en el rostro de Cristo, descubrir su misterio en el camino ordinario y doloroso de su humanidad, hasta percibir su fulgor divino manifestado definitivamente en el Resucitado glorificado a la derecha del Padre, es la tarea de todos los discípulos de Cristo; por lo tanto, es también la nuestra. Contemplando este rostro nos disponemos a acoger el misterio de la vida trinitaria, para experimentar de nuevo el amor del Padre y gozar de la alegría del Espíritu Santo. Se realiza así también en nosotros la palabra de san Pablo: «Reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más: así es como actúa el Señor, que es Espíritu» (2 Co 3, 18).
RVM, 9.  

María modelo de contemplación

La contemplación de Cristo tiene en María su modelo insuperable. El rostro del Hijo le pertenece de un modo especial. Ha sido en su vientre donde se ha formado, tomando también de Ella una semejanza humana que evoca una intimidad espiritual ciertamente más grande aún. Nadie se ha dedicado con la asiduidad de María a la contemplación del rostro de Cristo. Los ojos de su corazón se concentran de algún modo en Él ya en la Anunciación, cuando lo concibe por obra del Espíritu Santo; en los meses sucesivos empieza a sentir su presencia y a imaginar sus rasgos. Cuando por fin lo da a luz en Belén, sus ojos se vuelven también tiernamente sobre el rostro del Hijo, cuando lo «envolvió en pañales y le acostó en un pesebre» (Lc 2, 7).

Desde entonces su mirada, siempre llena de adoración y asombro, no se apartará jamás de Él. Será a veces una mirada interrogadora, como en el episodio de su extravío en el templo: « Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? » (Lc 2, 48); será en todo caso una mirada penetrante, capaz de leer en lo íntimo de Jesús, hasta percibir sus sentimientos escondidos y presentir sus decisiones, como en Caná (cf. Jn 2, 5); otras veces será una mirada dolorida, sobre todo bajo la cruz, donde todavía será, en cierto sentido, la mirada de la 'parturienta', ya que María no se limitará a compartir la pasión y la muerte del Unigénito, sino que acogerá al nuevo hijo en el discípulo predilecto confiado a Ella (cf. Jn 19, 26-27); en la mañana de Pascua será una mirada radiante por la alegría de la resurrección y, por fin, una mirada ardorosa por la efusión del Espíritu en el día de Pentecostés (cf. Hch 1, 14) .
RVM, 10.  

Los recuerdos de María

María vive mirando a Cristo y tiene en cuenta cada una de sus palabras: « Guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón » (Lc 2, 19; cf. 2, 51). Los recuerdos de Jesús, impresos en su alma, la han acompañado en todo momento, llevándola a recorrer con el pensamiento los distintos episodios de su vida junto al Hijo. Han sido aquellos recuerdos los que han constituido, en cierto sentido, el 'rosario' que Ella ha recitado constantemente en los días de su vida terrenal.

Y también ahora, entre los cantos de alegría de la Jerusalén celestial, permanecen intactos los motivos de su acción de gracias y su alabanza. Ellos inspiran su materna solicitud hacia la Iglesia peregrina, en la que sigue desarrollando la trama de su 'papel' de evangelizadora. María propone continuamente a los creyentes los 'misterios' de su Hijo, con el deseo de que sean contemplados, para que puedan derramar toda su fuerza salvadora. Cuando recita el Rosario, la comunidad cristiana está en sintonía con el recuerdo y con la mirada de María.
RVM, 11.  

El Rosario, oración contemplativa

El Rosario, precisamente a partir de la experiencia de María, es una oración marcadamente contemplativa. Sin esta dimensión, se desnaturalizaría, como subrayó Pablo VI: «Sin contemplación, el Rosario es un cuerpo sin alma y su rezo corre el peligro de convertirse en mecánica repetición de fórmulas y de contradecir la advertencia de Jesús: "Cuando oréis, no seáis charlatanes como los paganos, que creen ser escuchados en virtud de su locuacidad" (Mt 6, 7). Por su naturaleza el rezo del Rosario exige un ritmo tranquilo y un reflexivo remanso, que favorezca en quien ora la meditación de los misterios de la vida del Señor, vistos a través del corazón de Aquella que estuvo más cerca del Señor, y que desvelen su insondable riqueza».14

Es necesario detenernos en este profundo pensamiento de Pablo VI para poner de relieve algunas dimensiones del Rosario que definen mejor su carácter de contemplación cristológica.
RVM, 12.  

Misterios de luz 

 

Pasando de la infancia y de la vida de Nazaret a la vida pública de Jesús, la contemplación nos lleva a los misterios que se pueden llamar de manera especial «misterios de luz». En realidad, todo el misterio de Cristo es luz. Él es «la luz del mundo» (Jn 8, 12). Pero esta dimensión se manifiesta sobre todo en los años de la vida pública, cuando anuncia el evangelio del Reino. Deseando indicar a la comunidad cristiana cinco momentos significativos –misterios «luminosos»– de esta fase de la vida de Cristo, pienso que se pueden señalar: 1. su Bautismo en el Jordán; 2. su autorrevelación en las bodas de Caná; 3. su anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión; 4. su Transfiguración; 5. institución de la Eucaristía, expresión sacramental del misterio pascual.

Cada uno de estos misterios revela el Reino ya presente en la persona misma de Jesús. Misterio de luz es ante todo el Bautismo en el Jordán. En él, mientras Cristo, como inocente que se hace 'pecado' por nosotros (cf. 2 Co 5, 21), entra en el agua del río, el cielo se abre y la voz del Padre lo proclama Hijo predilecto (cf. Mt 3, 17 par.), y el Espíritu desciende sobre Él para investirlo de la misión que le espera. Misterio de luz es el comienzo de los signos en Caná (cf. Jn 2, 1-12), cuando Cristo, transformando el agua en vino, abre el corazón de los discípulos a la fe gracias a la intervención de María, la primera creyente. Misterio de luz es la predicación con la cual Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios e invita a la conversión (cf. Mc 1, 15), perdonando los pecados de quien se acerca a Él con humilde fe (cf. Mc 2. 3-13; Lc 47-48), iniciando así el ministerio de misericordia que Él continuará ejerciendo hasta el fin del mundo, especialmente a través del sacramento de la Reconciliación confiado a la Iglesia. Misterio de luz por excelencia es la Transfiguración, que según la tradición tuvo lugar en el Monte Tabor. La gloria de la Divinidad resplandece en el rostro de Cristo, mientras el Padre lo acredita ante los apóstoles extasiados para que lo « escuchen » (cf. Lc 9, 35 par.) y se dispongan a vivir con Él el momento doloroso de la Pasión, a fin de llegar con Él a la alegría de la Resurrección y a una vida transfigurada por el Espíritu Santo. Misterio de luz es, por fin, la institución de la Eucaristía, en la cual Cristo se hace alimento con su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino, dando testimonio de su amor por la humanidad « hasta el extremo » (Jn13, 1) y por cuya salvación se ofrecerá en sacrificio.

Excepto en el de Caná, en estos misterios la presencia de María queda en el trasfondo. Los Evangelios apenas insinúan su eventual presencia en algún que otro momento de la predicación de Jesús (cf. Mc 3, 31-35; Jn 2, 12) y nada dicen sobre su presencia en el Cenáculo en el momento de la institución de la Eucaristía. Pero, de algún modo, el cometido que desempeña en Caná acompaña toda la misión de Cristo. La revelación, que en el Bautismo en el Jordán proviene directamente del Padre y ha resonado en el Bautista, aparece también en labios de María en Caná y se convierte en su gran invitación materna dirigida a la Iglesia de todos los tiempos: «Haced lo que él os diga» (Jn 2, 5). Es una exhortación que introduce muy bien las palabras y signos de Cristo durante su vida pública, siendo como el telón de fondo mariano de todos los «misterios de luz».

ROSARIUM VIRGINIS MARIAE, punto 21 

María en la Sagrada Escritura

 
 
Debemos reconocer que, a primera vista, los evangelios brindan escasa información sobre la persona y la vida de María. Desde luego, hubiéramos deseado al respecto indicaciones más abundantes, que nos permitieran conocer mejor a la Madre de Jesús.
Tampoco satisfacen ese deseo los otros escritos del Nuevo Testamento, en los que se echa de menos un desarrollo doctrinal explícito sobre María. Incluso las cartas de San Pablo, que nos ofrecen un pensamiento rico sobre Cristo y su obra, se limitan a decir, en un pasaje muy significativo, que Dios envió a su Hijo, «nacido de mujer» (Gál 4,4).
Muy poco se nos dice sobre la familia de María. Si excluimos los relatos de la infancia, en los evangelios sinópticos encontramos solamente dos afirmaciones que arrojan un poco de luz sobre María: una con respecto al intento de los hermanos o parientes, que querían llevarse a Jesús a Nazaret (ver Mc 3,21; Mt 12,48); la otra, al responder a la exclamación de una mujer sobre la bienaventuranza de la Madre de Jesús (ver Lc 11,27).
Con todo, Lucas, en el evangelio de la infancia, con los episodios de la Anunciación, la Visitación, el nacimiento de Jesús, la presentación del Niño en el templo y su encuentro entre los doctores a la edad de doce años, no sólo proporciona algunos datos importantes, sino que presenta una especie de proto-mariología de fundamental interés. San Mateo completa indirectamente esos datos en el relato sobre el anuncio a José (ver Mt 1,18-25), pero sólo en relación con la concepción virginal de Jesús.
El evangelio de Juan, además, profundiza el valor histórico-salvífico del papel que desempeña la Madre de Jesús, cuando refiere que se hallaba presente al comienzo y al final de la vida pública. Particularmente significativa es la intervención de María al pie de la cruz, donde recibe de su Hijo agonizante la misión de ser madre del discípulo amado y, en él, de todos los cristianos (ver Jn 2,1-12 y Jn 19,25-27).
Los Hechos de los Apóstoles, por último, recuerdan expresamente a la Madre de Jesús entre las mujeres de la primera comunidad, que esperaban Pentecostés (ver Hch 1,14).
Por el contrario, a falta de otros testimonios neotestamentarios y de noticias seguras procedentes de fuentes históricas, nada sabemos ni de la fecha ni de las circunstancias de su muerte. Sólo podemos suponer que siguió viviendo con el Apóstol Juan y que acompañó siempre de cerca el desarrollo de la primera comunidad cristiana.

Resumen Audiencia "La Virgen María en la Sagrada Escritura y en la reflexión teológica".  Esta fue la cuarta de las Audiencias dedicadas a la "Catequesis Mariana". 8 de noviembre de 1995.

REDEMPTORIS MATER - Punto 4
      
María en la historia de Cristo y de la Iglesia 
 
Nos prepara a esto el Concilio Vaticano II, presentando en su magisterio a la Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia. En efecto, si es verdad que « el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado » —como proclama el mismo Concilio 8—, es necesario aplicar este principio de modo muy particular a aquella excepcional « hija de las generaciones humanas », a aquella « mujer » extraordinaria que llegó a ser Madre de Cristo. Sólo en el misterio de Cristo se esclarece plenamente su misterio. Así, por lo demás, ha intentado leerlo la Iglesia desde el comienzo. El misterio de la Encarnación le ha permitido penetrar y esclarecer cada vez mejor el misterio de la Madre del Verbo encarnado. En este profundizar tuvo particular importancia el Concilio de Éfeso (a. 431) durante el cual, con gran gozo de los cristianos, la verdad sobre la maternidad divina de María fue confirmada solemnemente como verdad de fe de la Iglesia. María es la Madre de Dios (Theotókos), ya que por obra del Espíritu Santo concibió en su seno virginal y dio al mundo a Jesucristo, el Hijo de Dios consubstancial al Padre.9 « El Hijo de Dios... nacido de la Virgen María... se hizo verdaderamente uno de los nuestros... »,10 se hizo hombre. Así pues, mediante el misterio de Cristo, en el horizonte de la fe de la Iglesia resplandece plenamente el misterio de su Madre. A su vez, el dogma de la maternidad divina de María fue para el Concilio de Éfeso y es para la Iglesia como un sello del dogma de la Encarnación, en la que el Verbo asume realmente en la unidad de su persona la naturaleza humana sin anularla.

(Redemptoris Mater, 4)

25 ANIVERSARIO DEL PONTIFICADO 

       Del 15 al 19 de octubre, la Santa Sede celebrará el 25to. Aniversario del Pontificado de Juan Pablo II, con un programa que incluye una reunión de cardenales y obispos de todo el mundo, una Misa, un concierto y la beatificación de la Madre Teresa de Calcuta, entrañable amiga del Santo Padre.

Según el programa anunciado por la Santa Sede, el 15 de octubre comenzará la cita de cuatro días de duración de los 164 miembros del Colegio Cardenalicio.

Al día siguiente, en la mañana del 16 de octubre, aniversario 25 de su elección, el Pontífice firmará la exhortación apostólica postsinodal de 2001 dedicada al ministerio episcopal.

Ese mismo día, a las 18 horas, se celebrará una Misa en la Plaza de San Pedro para conmemorar el acontecimiento.

El viernes 17 de octubre, a las 18 horas en el Aula Pablo VI, el coro y la orquesta de Leipzig dedicará al Papa un concierto que comprende la ejecución de la Novena Sinfonía de Beethoven y del "Ecce Sacerdos Magnus" de Bruckner.

El Santo Padre intervendrá en la última sesión del Colegio Cardenalicio el sábado, 18 de octubre. Su discurso seguirá a la presentación de un mensaje que todos los cardenales le dirigirán.

A las 13 horas, almorzará con los cardenales, responsables de los dicasterios  presidentes de las conferencias episcopales y patriarcas. A las 17:30 horas se celebrará una vigilia misionera en el Aula Pablo VI.

El domingo 19 de octubre, Jornada Misionera Mundial, el Papa presidirá a las 10 de la mañana, en la Plaza de San Pedro, la misa durante la que beatificará a Madre Teresa de Calcuta.

El Camino de María 
 

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